No entiendo esas miradas esquivas,
que evitan naturalmente la vida en la risa de los niños. Que no gozan de su curiosidad perpetua del todo y el porque, donde lo más infimo es una galaxia de maravillas y la inocencia se estremece ante la crueldad tan humanamente adulta.
Es incomprensible su avidez, la d elos ojos inquisitoriamente ciegos, para aborrecer alque vive del aire mismo porque la panza solo se le llena de gases de nuestra atmósfera.
Entonces camino y comprendo que si tuviera qeu acabar con mi vida seria despojando a un jazmin de sus pimpollos y sentir su suavidad en mi lengua mientras comienzo a perderme en la ardiente locura de la alergia. [ y los elefantes en la nariz... ]
El comienzo de las estaciones Japonesas…
Hace 4 años
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